¿INGRESO BÁSICO UNIVERSAL O GENERACIÓN DE EMPLEOS SUFICIENTE?

Publicado en El Economista el 09/02/2018

En años electorales se exponen todo tipo de propuestas y promesas de campaña. Algunas de ellas responden a necesidades reales de la población que deben satisfacerse y otras sólo buscan allegarse adeptos.

Los apoyos o subsidios a ciertos sectores sirven de bandera política para cautivar a madres solteras, adultos mayores, amas de casa, estudiantes, jóvenes sin oficio o que no participan en procesos de formación académica y en general a cualquier grupo social que pueda aportar votos a determinadas causas.

Para el proceso electoral del 2018 el Frente Ciudadano por México (PAN–PRD–Movimiento Ciudadano) y Morena se disputan la paternidad de un modelo sustentado en corrientes económicas de connotados especialistas: el ingreso básico universal (IBU).

El IBU “mexicano” en la propuesta del Frente consiste en que el Estado garantice y entregue un importe mínimo a todos y cada uno de los ciudadanos del país, independientemente de su estrato social, situación laboral, género, formación académica, estado físico, de salud o ubicación geográfica.

Financieramente parece inviable: el ingreso anual estimado en la Ley de Ingresos 2018 es de 5,280 billones de pesos y el IBU para 90 millones de mexicanos pagando el equivalente al salario mínimo es 55% de ese monto, aunado a ello sería tanto como ofrecer una posibilidad para renunciar al trabajo, a la educación, a la capacitación y en términos generales a un modo productivo de vivir en aras de esperar que el gobierno provea de recursos.

En la propuesta del precandidato del Frente, se establece que el IBU tendría diversos efectos benéficos que contrastaremos a continuación:

Respecto de la pobreza, la reduce y evita la trampa que puede crear. La premisa es que una persona con ingreso mínimo se aleja de estándares de pobreza y que la generalidad del beneficio evita que alguien pretenda continuar en esa condición, pues no es necesaria para recibir el apoyo. ¿Cuál sería el estímulo para trabajar, crear o emprender si se cuenta con un ingreso asegurado?

Abate la desigualdad entre los que más tienen y los que se encuentran en situación precaria. No considera que, si el ingreso es general, la brecha sigue siendo la misma.

Elimina costos burocráticos y el uso político de los programas. De origen, pretende ser bandera de distintos grupos políticos, por lo que rompe con esta idea, los costos seguirán distribuidos de otra forma.

Permite a los ciudadanos emprender nuevos proyectos y ser sujeto de crédito. El éxito de ambas situaciones depende de bases educativas y capacitación, que no se logrará sin medidas estatales de las que no se habla en la propuesta.

Enfrenta los problemas de desempleo. Esta idea confunde la realidad, considerando que las tasas de desocupación tienden a ser más altas, puesto que existirán individuos con ingresos por los cuales no deben trabajar, lo que desmotiva la búsqueda de empleo.

Es importante considerar que esta propuesta no es sólo de un partido político, ya que como se mencionó al inicio de esta columna, dos de ellos pelean su introducción a México. De ello podemos inferir que el debate se centrará en definir quién ofrece más y con menos condiciones.

Este tipo de modelos de bienestar buscan equilibrar los ingresos de los habitantes de un país o de una región, en un equivalente del que hoy se denomina subsidio al empleo que se entrega a los trabajadores de menores ingresos y que a determinado nivel deja de pagarse.

En México, el IBU se está empleando como un instrumento demagógico y no como una política económica real. El empleo pleno, fomentar la creación de fuentes de laborales y el desarrollo de mejores seres humanos vía la educación y la capacitación para el trabajo son temas que por complejos han dejado de venderse para intereses políticos, aunque siguen siendo necesidades imperiosas para México.

Hoy necesitamos compromisos reales con el sistema educativo, fomento y apoyo a empresas que propicien el crecimiento del capital humano, entendiendo éste como la inversión en individuos para que sean más aptos para la vida y para el trabajo, no ofrecimientos vanos en contra de la esencia de ser productivo y de la búsqueda de forjar un mejor futuro.

*Director general del Centro Administrativo de Desarrollo Empresarial (Cadem) y asesor de GINgroup


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