BENEFICIOS DE LA FORMALIZACIÓN DE EMPLEOS.

RESUMEN.

Uno de los temas más controvertidos en México, es el que pretende dilucidar el nivel de participación que debe tener el Estado en la economía, particularmente en sectores productivos y que en las últimas décadas adoptaron el denominado modelo neoliberal, al cual se culpa de múltiples males alrededor del mundo.   

En materia de generación de empleos, existe un enfrentamiento entre los postulados neoliberales con los Keynesianos, estos últimos llamados así en alusión a su creador.

Los primeros pugnan porque las plazas laborales y los esquemas de remuneración en términos de montos y condiciones los fije el mercado – lo cual podría implicar, entre otras aberraciones, aumentos y reducciones de salarios -, en tanto que los segundos consideran que los trabajadores que la iniciativa privada está dispuesta a contratar fluctúan en función de los bienes y servicios que espera colocar en el mercado.  

Para Keynes, cuando la expectativa económica es precaria, las empresas tienden a prescindir de trabajadores - generando desempleo - momento en el cual el Estado debe irrumpir de una forma más activa, promoviendo que la demanda y la inversión se regulen, abatiendo con ello la problemática implícita en la desocupación. (Keynes, 2003)

Reconociendo los alcances keynesianos que atribuyen al Estado una potestad económica de suma influencia en el mercado laboral, así como los principios que sostienen al denostado modelo neoliberal, los autores de este ensayo plantean en él una propuesta para promover más y mejores empleos desde la formalización que promueve la iniciativa privada.  

INTRODUCCIÓN

Los mercados emergentes, denominación que se ha otorgado al que conforman diversas economías en proceso de evolución, tienen como una de sus principales preocupaciones la creación de empleos que abata los niveles de pobreza y desigualdad que aquejan a diversos países alrededor del mundo.

Los países considerados como parte de los citados mercados, tienen en común el hecho de ubicarse en un:

estado de desarrollo bajo o medio (países en vías de desarrollo o economías en transición), gozar de un crecimiento económico sostenido en el tiempo y la expectativa de continuar en esa senda, evolucionando progresivamente en sus estructuras básicas hasta llegar a un desarrollo que le permita la integración a nivel mundial. (Jiménez Caballero & Jiménez Naharro, 2007)

No puede haber crecimiento ni desarrollo - siendo el segundo consecuencia de un estándar sostenido del primero -, si la población en lo general no cuenta con más recursos, los cuales tienen como base, principalmente, los salarios que derivan de trabajos debidamente remunerados.

Si los niveles de empleo son mayores y mejor remunerados, la economía detona generando beneficios por doquier, incluyendo recursos adicionales para el erario. En México, la principal fuente de recaudación es la que generan los sueldos y salarios en su carácter de ingresos gravados por impuesto sobre la renta.

Al respecto, el departamento de estadística matemática y cómputo de la Universidad Autónoma Chapingo, presentó en 2018 un interesante estudio de la evasión fiscal en sueldos y salarios, en el cual plantea entre otras reveladoras cifras que la Ley de Ingresos de la Federación 2018 estimaba “una recaudación total del Impuesto sobre la Renta de 1.56 billones de pesos (DOF, 2017); de los cuales, alrededor del 50% serían de ISR generado por sueldos y salarios.” (Jiménez Machorro, Rodrígez Yam, & Villanueva Morales, 2018, págs. 3-4)

En contraparte, la economía subterránea no contribuye por los ingresos que genera a la recaudación y participa pobremente en la satisfacción de necesidades de gasto público, salvo por su aporte en las contribuciones indirectas – IVA e IEPS – mismas que pagan sus integrantes por los consumos realizados de los actos o actividades gravados.

Sin embargo, si se considera que la principal aportación a la recaudación nace del impuesto a los ingresos - ISR - y que quien principalmente contribuye a este rubro es el trabajador formal, debiera valorarse de manera formal una o varias mecánicas orientadas a la generación de fuentes de trabajo, bien remuneradas, con apoyo en empresas serias y responsables, expertas en estas lides. 

¿Cómo generar empleos sin que la participación del Estado influya decisiva e innecesariamente en la economía como suponían las teorías Keynesianas?

¿Cómo evitar la precarización del empleo por una política neoliberal a ultranza, según se concibe al capitalismo más acérrimo?

Al respecto, este artículo analiza y propone formas y medios para acceder a mejores alternativas para formalizar múltiples actividades de la economía, generar trabajo formal y como consecuencia alterna, proveer al Estado recursos útiles para satisfacer necesidades, particularmente las que corresponden a la seguridad social.

¿Por qué formalizar el empleo?

Cuando se busca a los responsables de los bajos niveles de recaudación, normalmente se encuentra a los mismos culpables: los grandes defraudadores fiscales mediante esquemas agresivos – y abusivos - de planeación y a los integrantes de la economía informal.  En el caso de los primeros, las razones son obvias, evidentes.  Pero, ¿cómo afecta la economía subterránea a la generación de recursos tributarios, a la productividad que requiere un país que se jacta en proceso de evolución?

Los empleos que surgen del sector no estructurado – denominación que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) le otorgó al sector informal en 1972 –, generan fuentes de ingreso que tienden a ser una válvula de escape a la incapacidad de un país para formalizar labores, que sin embargo no ofrece soluciones viables en el mediano y largo plazo.

Cuando un trabajador presta servicios conforme los parámetros de una actividad formal, accede a una serie de prerrogativas que en los sectores no estructurados no encuentra, en palabras de la OIT, el trabajo es:

un elemento social cuya gestación es fuente de ingresos, derechos y obligaciones provenientes de su empleo en la actividad económica, de aquí que se estima que, en términos de formalidad, implica un grado de regulación que abarca el goce de derechos, protección social y poder de negociación colectiva. (OIT, 2014)

Efectivamente, un trabajador del sector informal carece de derechos, no tiene acceso a esquemas de seguridad social, se somete a actividades en donde la capacitación y por consecuencia la evolución es inexistente.  En general, tiende a ser improductivo, por no tener una línea de operación debidamente trazada y; hacia el final de su vida laboral, no tendrá acceso a una pensión digna, acorde a sus requerimientos futuros.

Aunado a lo anterior, el trabajador del sector no estructurado se encuentra fuera de las estadísticas - de por sí impactantes en términos de recaudación en salarios -, según se aprecia a continuación:

…las personas físicas pueden causar ISR a partir de ingresos por servicios profesionales, empresariales, arrendamiento, sueldos y salarios, entre otros. De estos rubros, el más importante, en cuanto a recaudación, es el que tiene origen en sueldos y salarios, que representa 87.73% de la recaudación total de ISR de personas físicas. (Jiménez Machorro, Rodrígez Yam, & Villanueva Morales, 2018)

La misma fuente establece respecto del trabajador promedio en México que este:

…pagó en el año 2017 alrededor de 11.2% de su salario bruto en ISR y aportaciones a la seguridad social, mientras que el promedio de los 35 países integrantes de la OCDE pagó un poco más del 25%. Bélgica tuvo la tasa más alta, de 40.5%; Dinamarca y Alemania superaron el 35%. (Jiménez Machorro, Rodrígez Yam, & Villanueva Morales, 2018)

Como puede observarse, existen dos situaciones que particularmente afectan a la generación de contribuciones en nuestro país, cada una vinculada a las economías formal e informal:

  1. Los esquemas de recaudación establecidos para los trabajadores formales implican un porcentaje de contribución menor al promedio de los países miembros de la OCDE, lo cual es grave en una economía que depende en buena medida de este rubro.
  2. Más allá de no generar aportación alguna al gasto público, los avatares de la vida implicarán que, en algún momento, el trabajador que nunca se ubico en el sector estructurado recurra a esquemas de seguridad social o apoyos pensionarios… para los que nunca aportó cantidad alguna.

Formalizar el empleo, es, sin duda, un requerimiento que debe recaer en una política pública que desde hoy promueva el bienestar de la población en el futuro.

Alternativas para la creación de empleos formales

Los principales reclamos de la población surgen de la falta de oportunidades, de la desigualdad que implica la falta de un ingreso seguro y constante y de las afectaciones patrimoniales a que se ve sometido quien debe cubrir por su cuenta los gastos vinculados a un esquema de seguridad social para sí y para su núcleo familiar.

Ante la imposibilidad práctica de que los trabajadores autoempleados satisfagan la totalidad de sus requerimientos de vida, la alternativa para que la población acceda a derechos esenciales de cualquier ser humano se reduce a su participación en empleos formales. De no hacerlo su presente y su futuro estarán seriamente comprometidos.  A esta afirmación abona la siguiente apreciación: “los niveles educativos de personas en informalidad son bajos y la tecnificación de procesos en sus actividades muy poca, creando obsolescencia laboral y reduciendo las oportunidades de emplearse posteriormente en el sector formal.” (CEFP, 2018)  

Se ha establecido, que los niveles de recaudación en México se ubican por debajo del promedio de países desarrollados, lo cual tiene su origen, en buena medida, en esquemas preferentes para la remuneración como son los ingresos exentos de ISR – o exceptuados de gravamen como los más técnicos los califican -, conceptos que no integran para la base de aportaciones de seguridad social, o esquemas de planeación – agresivos o no – que abaten las cargas tributarias.

Durante décadas, el binomio perfecto, exención para trabajadores y beneficios fiscales para patrones, operó eficazmente: el primero recibía un importe líquido mayor y el segundo menos cargas, estimulando creación de empleos y relaciones laborales perdurables. Si bien es cierto que algunos habrán abusado del concepto mediante simulaciones y estructuras salariales arbitrarias, en muchos casos se logró mejorar las condiciones de trabajo a bajo costo fiscal. (Flores Sandoval J. , 2018).

Crear empleos, sin duda, es una asignatura pendiente, a la cual deben atender los organismos públicos y la iniciativa privada. La tarea será promover la satisfacción de esta necesidad, sin costos o prerrogativas adicionales a las existentes, pues esto significaría incorporar a más sujetos a un esquema de seguridad social costoso por causas multifactoriales. 

…la informalidad es un fenómeno complejo y deriva en una problemática más allá del ámbito fiscal, por lo cual, pretender incorporarlo como parte de la regulación de la actividad económica, puede acarrear más erogaciones que ingresos. (CEFP, 2018, págs. 59-60)

Las alternativas para generar empleos se reducen, conforme los espacios para que el Estado participe con apoyos o subsidios para este fin son cada vez menores.  Los intentos para promover nuevos trabajos serán sumamente onerosos y de ello es fiel testigo el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, interesante propuesta en proceso de consolidación, cuya implementación ha implicado una importante inversión, que, de no tener un adecuado seguimiento, puede convertirse en un gasto improductivo, contraproducente.

Tercerizar servicios, delegar en patrones alternos obligaciones y mejores condiciones de vida para los trabajadores - con base en economías de escala - puede ser una apuesta interesante. 

Tercerizar y promover mejores empleos

Una empresa que potencializa sus capacidades, que optimiza sus procesos y por consecuencia comprende más y mejores mercados, tiene como resultado una disminución – por volumen – de sus costos de operación.

Las empresas de tercerización de personal – subcontratación laboral – que recurren a esta práctica de forma seria y comprometida, las que pugnan por beneficiar a sus trabajadores más allá de las obligaciones legales – laborales, suelen tener los beneficios de una economía de escala.

Cuando de forma complementaria y no sustitutiva, un patrón le ofrece a su colaborador prestaciones adicionales que benefician su nivel de vida y el de su entorno, promueven niveles de productividad, reducen contingencias y, además, abaten los costos del sector público vinculados a educación, salud y bienestar presente y futuro. Ello se comprueba en la Teoría de la Administración Integral del Capital Humano, en la que el Dr. Raúl Beyruti postula que “…la gente necesita educación, capacitarse para el trabajo, pero ello debe corresponderse con mejores ingresos y condiciones de vida, que le den certidumbre, una visión de su entorno diferente, con miras a fortalecerlos como seres humanos.”   (Flores Sandoval, Navarrete Pizaña, & Beyruti, Teoría de la Administración Integral del Capital Humano. ADINCAH de Raúl Beyruti, 2018)

La tendencia al envejecimiento de la población, provocada por la disminución de los niveles de natalidad, requerirá mejores esquemas de pensión y una participación más activa del sector privado, según plantea el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas:

…los niveles de reemplazo de la Seguridad Social en México no son suficientes para incentivar la jubilación de las personas, por lo que las empresas tienen la necesidad de implementar mecanismos complementarios de retiro.  Si bien algunas empresas no aceptan o no quieren reconocer esta situación, su omisión va generando pasivos ocultos que en el mediano y largo plazo se tornarán, dependiendo del giro y del número de personas que alcanzan la jubilación, en un problema inminente que puede inclusive poner en riesgo la viabilidad de la empresa en el largo plazo. (IMEF, 2011)

Un ente que participe en la realización de tareas secundarias de otras – dejando en cada cliente sus labores prioritarias – puede ser un importante aliado en la generación de empleos bien remunerados, sufragar costos educativos, participar en la satisfacción de necesidades de seguridad social, y ser promotora de esquemas pensionarios privados, complementarios a los que ofrece el Estado, sobre la base de una actuación ética, legal y comprometida con la nación.

CONCLUSIONES.

La creación de empleos formales redunda en beneficios para la población meta, sin embargo, la participación del Estado en esta labor, se encuentra limitada por diversos factores de orden político, económico y social, razón por la cual, la iniciativa privada debe tomar las riendas de este requerimiento.

Sin recurrir a las prácticas más acendradas de los modelos neoliberales – las que remiten al abuso de las clases trabajadoras - los particulares especializados en la administración de capital humano – talento -, pueden ser importantes actores en la generación de empleos bien remunerados, con acceso a prestaciones extralegales que beneficien al trabajador y a su entorno, al tiempo que disminuyan costos estatales.

Sin duda, el ente gubernamental tiene una tarea de difícil ejecución, por ello, la participación de la iniciativa privada tiene que ser más activa, sin que ello implique una afectación de los derechos laborales de los trabajadores.

En la actualidad, se preparan en el Congreso iniciativas que pretenden regular con mayor severidad los esquemas de subcontratación – atrás quedó el planteamiento retrograda que proponía su eliminación – razón por la cual, quienes subsistan en el mercado, podrán ostentarse como empresas serias y responsables y deberán honrar esta percepción con más y mejores resultados.  De ello depende el futuro del empleo mexicano.


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